Por un lado, el británico posee el título CMB de los pesados desde 2020 con el segundo de sus tres combates épicos contra Deontay Wilder. Por el otro, el ucraniano porta los cinturones AMB, OMB y FIB desde que destronase a Anthony Joshua en 2021.

El vencedor -en caso de haberlo- se convertirá en el primer campeón indiscutido del peso pesado desde Lennox Lewis, coronado en 1999 en Las Vegas. Aquel año, once después de su título olímpico en Seúl, Lewis logró el Graal con su victoria a los puntos contra Evander Holyfield.

Un cuarto de siglo después, es en Arabia Saudí, en Riad, convertida en capital mundial del boxeo, donde tendrá lugar la pelea del siglo.

A pesar del interés mediático que ha despertado, el espectáculo podría convertirse en pólvora mojada según algunos analistas, que creen que Fury optará por una estrategia eminentemente defensiva.

'Una vez por generación'

Fuerza de la naturaleza de 2,06 metros, el púgil de Mánchester de 35 años viene de una victoria pírrica, por no decir humillante, contra el luchador de MMA reconvertido Francis Ngannou en octubre. Pero desde entonces se desembarazó de sus kilos de más y presenta el mejor estado físico de su vida.

A sus 37 años, Usyk, antiguo campeón indiscutido del peso crucero, también campeón olímpico en 2012, mide 15 centímetros menos que el británico, pero no sería la primera vez que tumba a un adversario más grande, ya que lo hizo en dos ocasiones contra el imponente Anthony Joshua.

El promotor Frank Warren calificó el combate de "el más importante en el siglo XXI", el género de peleas que sólo se dan "una vez por generación".

La resolución del combate permanece incierta: algunos apuestan por el 'Gipsy King' Fury, otros por Usyk, capaz de apoyarse en su excepcional velocidad de brazos y de piernas.

"Tyson Fury debería ganar a los puntos", pronosticó Lewis para la BBC. "Es el más grande de los dos, tiene brazos más largos y una gran capacidad de movimiento".

Pero Usyk es "el boxeador más puro y el mejor al que Fury se enfrentará en su vida", previno Tony Bellew, una de las víctimas del ucraniano. "Hay boxeadores y después está Usyk", estimó.

'En la historia'

Los últimos preparativos fueron tan imprevisibles como lo son los dos contendientes. Después del caos provocado por el cabezazo que propinó el padre de Fury a un miembro del entorno de Usyk, los boxeadores se mostraron más calmados y respetuosos durante la conferencia de prensa organizada el jueves bajo un calor abrasador en el barrio exclusivo de Riad Boulevard.

Fury se negó a lanzarse en el tradicional cara a cara, mientras que Usyk evocó la posibilidad de entrar "en la historia".

Las críticas relativas al 'sport washing' de Arabia Saudí, a menudo acusada de utilizar el deporte de alto nivel para desviar la atención de su balance en materia de derechos humanos, fueron prácticamente inexistentes, con promotores y púgiles realizando elogios al reino conservador.

Fury y Usyk, que disponen de una cláusula de revancha, obtendrán cuantiosas ganancias de esta pelea, ganen o pierdan. Según algunas estimaciones el británico lograría al menos 100 millones de libras (116 millones de euros).

Antes de su duelo, los dos boxeadores presentan un balance impecable: 34 victorias y un empate para Fury, contra 21 victorias en otros tantos combates para Usyk. Pero los dos hombres comparten también recorridos de vida singulares.

El mastodonte británico con el alma torturada, procedente de un linaje de gitanos irlandeses adeptos al boxeo sin guantes, ha tocado el cielo pero también descendido a los infiernos, con adicciones y depresión.

Usyk, por su parte, vio su vida y su carrera tambalearse con la invasión de Rusia en su país en 2022. Reclutado brevemente para el frente, después ha ejercido un rol de emblema de la Ucrania en guerra.

El sábado, el vencedor se unirá a un grupo de élite de grandes nombres del boxeo, de Jack Dempsey a Mike Tyson, pasando por Joe Louis o Mohamed Ali.