Carlos Alcaraz (19) necesitó casi tres horas para tumbar a Nicolás Jarry, que se plantó en semifinales con la intención de dar la sorpresa. No se quedó muy lejos de conseguirlo, pero al final vio cómo el murciano mostraba su mejor versión para dejarle sin opciones en el último set. Tal fue así que ni siquiera ganó un juego pese a ser un auténtico incordio durante unos 120 minutos. De menos a más, con más sufrimiento del que seguramente hubiera deseado el aspirante a número uno del ranking ATP, llegó la victoria.
No pudo entrar peor en la semifinal: pérdida de servicio tras encajar el 0-1 y brecha importante (0-3). La hizo buena el chileno durante unos minutos porque se puso 2-5, muy cerca de sumar el primer punto y sin darle ninguna opción a su rival. Fue entonces cuando llegó la reacción y el empate, quedándose a cero Jarry pese a servir. En el tie break, en cambio, Alcaraz no logró hacer bueno su saque y volvió a verse, ahora con menos tiempo para resurgir, con un 0-3 insalvable que se transformó en 2-7.
Juego inaugural de la segunda manga. Cuatro puntos de rotura salvó el actual contrincante de Novak Djokovic por ocupar el trono del tenis mundial. Susto importante para iniciar un set sin margen de error. Ninguno de los dos cedió y hubo que esperar al momento en el que empezaba a temerse la necesidad de acudir nuevamente al desempate para decidir el propio encuentro. Sin embargo, llegó el 7-5 cuando sacaba el tenista de 27 años, condenado a ganar el tercero para poner en valor su gran actuación.
En un giro de guion radical, como si nada hubiera ocurrido hasta entonces y muy crecido por haber salvado una situación compleja, el murciano se hizo gigante y su oponente, obligado a repetir la gesta, se convirtió en una caricatura. Activada la versión apisonadora, 6-0 contundente para lograr el pase a la final del Abierto de Río de Janeiro. Este domingo (21h30 CET), contra Cameron Norrie, que se impuso a Bernabé Zapata por 2-6, 6-3, 6-7 (3-7), nuevo reencuentro en otra lucha por un título, igual que siete días atrás.
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