Magia. Velocidad. Gambeta. Ansu Fati (20) es uno de esos futbolistas precoses que han necesitado menos de tres años para establecerse en la élite. En Barcelona, cuando Lionel Messi (35) aún era el líder del vestuario, emergió de La Masía un muchacho delgado, que destacaba por una capacidad propia del Camp Nou: la conducción de la pelota en carrera.
En poco tiempo, el jugador se hizo con un espacio en el once inicial del Barça. Ronald Koeman apostó por sus servicios. Con tan solo 17 años, empezó a marcar la diferencia e ilusionó a los seguidores culés. La hinchada encontraba, al final, un heredero digno de la dorsal número 10. Ese número sagrado que obtuvo en el cruel verano del 2021 cuando Messi anunció su salida hacia el Paris Saint Germain.
Caída en picado
La campaña debut de Fati en el primer equipo del Barcelona fue excelsa. Disputó 33 partidos, marcó ocho goles y entregó cuatro asistencias. Su segundo ciclo, en cambio, se caracterizó por ser una etapa tortuosa. Las lesiones aparecieron y nublaron la vista de la promesa del Barcelona.
En su segunda campaña, el deportista jugó tan solo 10 encuentros. Anotó cinco goles. Dio dos asistencias. La estadística empezó a caer en picado. Los problemas en el menisco le alejaron de los terrenos por un tiempo.
El impacto de sus choques físicos fue tal que incluso un ídolo del madridismo le escribió enviándole un cálido mensaje de ánimo. Cristiano Ronaldo se animó a romper tabúes y apoyó a su compañero.
La tercera sesión de Fati en el Barcelona fue casi igual que la segunda. 15 partidos. Seis goles. Ninguna asistencia. El brillo del niño de La Masía parecía extingirse. Las lesiones. Los inconvenientes físicos diesmaron la fuerza del jugador.
Cuando todo se veía turbio, extraño, Fati empezó a recuperarse de los duelos físicos. En la 2021-2022 el deportista encontró algo de continuidad. La trancisión de Ronald Koeman a Xavi le fue favorable. El de Tarrasa apostó por el extremo incluso cuando él no se encontraba en plenitud de condiciones.
Catar es la tierra en la que el mago de La Masía está llamado a exhibir su calidad. No existe mejor tiempo, ni mejor lugar. La cita de Oriente Próximo es una oportunidad única para él. Con 20 años, podrá pasar a la historia y comandar el ataque de una generación mixta del fútbol español.