Badosa y Muguruza protagonizaron un año 2022 para olvidar en el tenis femenino español
Continuando con el repaso al año tenístico al año 2022 que está a punto de terminar, cuesta imaginar una mayor diferencia entre la temporada en el circuito ATP de los jugadores españoles y la del circuito WTA para sus homólogas.
Cuando Garbiñe Muguruza y Paula Badosa disputaron la semifinal de las WTA Finals en Forth Worth el 16 de noviembre de 2021, donde la hispanovenezolana ganó el duelo fratricida para posteriormente acabar coronándose como la maestra del tenis mundial, nadie habría podido imaginar pasar de dos jugadoras entre las ocho mejores del ranking a lo que ha acabado sucediendo en un 2022 negro para la historia del tenis femenino patrio.
Badosa, víctima de sí misma
Badosa comenzó el año con las mismas sensaciones positivas con las que cerró el que fue el año de su irrupción, 2021, donde acabó en la octava posición de la clasificación mundial.
Este buen inicio quedó plasmado con el título logrado en Sídney en la gira australiana de principios de 2022, en la que llegó a encadenar ocho victorias consecutivas que, sumado a su relativa regularidad en los meses posteriores, hizo que llegara a ser la número dos del mundo el 25 de abril.
Todo le iba de cara hasta que se topó con su peor rival: ella misma. Verse codeándose con la élite de su deporte provocó que Badosa entrara en un cortocircuito mental que hizo que, salvo un leve conato de recuperación en Wimbledon, donde llegó a octavos de final, tras la hierba londinense tan solo pudiera ganar cinco partidos en los meses restantes, con nueve derrotas por el camino y una sensación de fragilidad anímica más que preocupante evidenciada en sus propias palabras: “No gano ni al parchís”.
A pesar de todo lo negativo, sus todavía 25 años y la gran calidad que atesora hacen que pueda darle la vuelta a la situación si trabaja en su propio cerebro y se olvida del ruido mediático, puesto que todavía sigue en la decimotercera posición del ranking.
Muguruza, del cielo al infierno en 12 meses
Si Badosa no pudo domar su propia autoexigencia ni la presión, el caso de Muguruza es, si cabe, mucho peor. La jugadora nacida en Caracas hace 29 años ha protagonizado en 2022 el camino del héroe, pero a la inversa.
La ganadora de Roland Garros en 2016 y de Wimbledon en 2017 comenzó el año con solo dos tenistas por encima de ella en la clasificación mundial, pero lo ha terminado en el puesto 55 y con la sensación de haber perdido algo más que 52 posiciones.
Muguruza no ha ganado más de dos partidos en ninguno de los eventos en los que participó (y solo logró dos victorias seguidas en los torneos de Doha y en el US Open), para acabar con un pobre balance de 12-17, impropio de una jugadora de su calidad.
Atrás queda la época en la que podía culpar de todos sus males a su exentrenador Sam Sumyk, a quien le dedicaba semana tras semana un trato sobre la pista más que reprochable. Ahora, de la mano de Conchita Martínez, con quien tiene una gran relación, se le acaban las excusas a una hispanovenezolana que siempre ha sufrido mentalmente, igual que sucede con Badosa y con multitud de jugadoras de la WTA, que son tan inestables e irregulares, que a la mínima que aparece en escena una tenista que controla mejor su propia mente, como es el caso de la número uno Iga Swiatek, se pasea por el circuito.
De todas formas, su título hace poco más de un año en las WTA Finals hace que Muguruza sepa cuál es el camino a seguir en el 2023 que está próximo a comenzar si quiere volver a hacerse un hueco entre las mejores.
Solo cuatro españolas entre las 100 mejores de la clasificación
Si en el ranking de la ATP podemos encontrar a 10 jugadores españoles en el top 100, el panorama es muy diferente al echar un vistazo al de la WTA. Tan solo hay cuatro tenistas que representan a España entre las 100 mejores del mundo, lo que evidencia una realidad más que pesimista.
Estas tenistas son las siguientes: Paula Badosa (13), Garbiñe Muguruza (55), Sara Sorribes (61) y Nuria Párrizas (70).
La dinámica negativa queda clara al poner sobre la mesa una estadística demoledora. Las cuatro jugadoras mencionadas anteriormente han acabado el año 2022 en una posición peor que como terminaron 2021. Badosa bajó del puesto 8 al 13, Muguruza del 3 al 55, Sorribes del 36 al 61 (aunque en su caso fue motivado por una lesión en el pie que la dejó en el dique seco desde septiembre) y Párrizas del 65 al 70.
Además, tan solo Badosa pudo conseguir un título en este 2022, el de Sídney como mencionamos anteriormente, con lo que mirándolo por el lado bueno, 2023 solo puede ser mejor para el tenis femenino español.
No se espera una "crack" en el futuro próximo
Si Martín Landaluce (junto con Carlos Alcaraz) representan el presente y el futuro tenístico masculino en España, se antoja bastante más complicado imaginar que vayamos a encontrar a la próxima jugadora que haga vibrar a los aficionados y que empuje a las próximas generaciones de niñas a imitarlas para crear una base potente de cara al porvenir.
Entre el puesto 100 y el 200 del ranking de la WTA se encuentran Cristina Bucsa (24 años), Marina Bassols (23), Rebeka Masarova (23), Aliona Bolsova (25), Leyre Romero (20) y Jéssica Bouzas (20), y hay que ir hasta la posición 59 del ranking junior para encontrar a Raquel González (18), con lo que sería una sorpresa que una de ellas experimentara una mejora suficiente como para colocarla entre la élite femenina, por lo que habrá que tener paciencia y trabajar paso a paso para volver a toparnos con las próximas Arantxa o Conchita.