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Guiarse por los contadores o por el instinto, un dilema para los ciclistas

AFP
Guiarse por los contadores o por el instinto, un dilema para los ciclistas
Guiarse por los contadores o por el instinto, un dilema para los ciclistasAFP
Hartos de los contadores, algunos se dejan guiar únicamente por su instinto y su experiencia: en un ciclismo cada vez más profesional y planificado, hay corredores del Tour de Francia que han dicho "stop" y prefieren guiarse únicamente por sus sensaciones durante la carrera.

Ver a ciclistas escalando puertos con un ojo puesto en su contador, sin mirar lo que pasa alrededor, se ha convertido en una imagen familiar.

"Ves a gente como Mikkel Berg que solo miran las cifras. Tienes ganas de decirle: ¡cálmate!", dice el velocista británico Mark Cavendish sobre uno de los compañeros de equipo de Tadej Pogacar.

Hace ya muchos años que los contadores acompañan el día a día de los ciclistas. Con el tiempo se han ido convirtiendo en auténticos ordenadores que no solamente muestran la velocidad o la distancia recorrida, sino datos cada vez más complejos. Unidos a sensores, permiten conocer en directo la cadencia o la intensidad, entre otras informaciones en principios tan valiosas como útiles.

"En equipos como el Ineos se fijan objetivos muy precisos a los corredores: en la subida haces 15 minutos a tanta intensidad, antes de hacer un relevo. Ese tipo de cosas quitan algo de encanto al ciclismo", explica Julien Jurdié, director deportivo del AG2R-Citroën.

"Eso me contaminaba"

Ese ciclismo milimetrado, con la mirada en el manillar y con planes de entrenamiento casi científicos, es algo que algunas figuras reivindican, como el belga Remco Evenepoel.

"Es algo que te tiene que interesar, si no no aprendes nada, no sabes qué hacer sobre la bicicleta. Tienes que conocer tus cifras", decía el campeón mundial belga a la revista L'Équipe Magazine el pasado febrero.

En un mundo ultraconectado, "la generación actual tiene ganas de eso. Hoy tienen sensores de potencia ya en juveniles", constata Benoît Cosnefroy, ciclista francés del AG2R-Citroën.

El también francés Axel Zingle se entrena así "desde que tenía 15 o 16 años". Tiene ahora 24. "Cuanto más tiempo pasa, más siento la necesidad de desligarme de todo eso", admite el corredor del Cofidis.

No es el único que parece harto. Su compatriota Frank Bonnamour prefiere "correr cada vez mediante las sensaciones, mediante el disfrute, levantar la cabeza del contador y mirar también el paisaje".

En el pelotón, algunos como el neerlandés Bauke Mollema se han 'desconectado' tanto que no saben ni siquiera cuántos kilómetros han realizado en la carrera.

"El problema con los sensores es que piensas en los vatios antes de pedalear. Los dos últimos años lo he hecho sin ellos porque me contaminaba", dice el francés Anthony Perez (Cofidis).

- Pogacar, más desconectado -

"Cuando tu contador te dice que te estás pasando, te paras, cuando en realidad todavía te quedan recursos", relata. "Cuando tu cerebro no lo sabe, no te relajas", dice. Cosnefroy lamenta también que tanto dato y tecnología "resta espacio a lo imprevisto" y disuade a los corredores de atacar.

"Remco (Evenepoel) calculó todo al milímetro en la última Vuelta (a España) y eso le ha dado la razón porque ganó. Pero Tadej (Pogacar) creo que no hace caso a los vatios. Él lo que quiere es divertirse. Yo estoy más con ese tipo de corredores", asevera.

Tanto para Cosnefroy como para Perez, el fenómeno se enmarca en la evolución global de la sociedad, "donde todo se calcula. En una empresa se sabe cuánto tiempo ha trabajado alguien delante de su ordenador y lo que ha hecho. Para nosotros es algo parecido", indica Cosnefroy.

"En el metro o en el tren, no hay nadie que no esté mirando su teléfono", añade Perez. "Yo, en el avión, ahora, me quito los auriculares y si alguien a mi alrededor quiere hablar, hablamos. Al final hay mucha gente que quiere hablar. Es interesante porque aprendes cosas. Quedarte encerrado en tu burbuja es algo que no veo viable. Todo el mundo está deprimido por eso", estima.