1. Aprendizaje a base de palos
Terapia de choque para la Real Sociedad en el pasado. Hasta llegar al éxito, por lo general, hay que experimentar más de un fracaso. Y este camino marcado por la lógica ha sido el que ha vivido buena parte de la plantilla en los últimos años. No todas las derrotas fueron iguales ni hicieron el mismo daño, pero siempre son oportunidades para sacar lecciones. Del 0-1 contra el Nápoles del 29 de octubre de 2020 al 2-0 de Roma hace algo más de seis meses.
Dos de los golpes más duros, sobre todo uno de ellos, tuvieron al Manchester United al otro lado del campo (0-4 en febrero de 2021 y 0-1 en noviembre de 2022). En el primero de los casos, sin duda, la distancia entre ambos era aún muy grande; ahora, en cambio, la situación sería radicalmente opuesta. También hubo que lamentar en compromisos ante el Mónaco (2-1) y el RB Leipzig (1-3), ambos ya lejanos en el tiempo.
2. No existe la presión
Este aspecto va algo ligado al anterior, ya que la Europa League ha sido la residencia habitual del plantel donostiarra y el simple hecho de participar en la Liga de Campeones es todo un premio. El billete a los octavos de final está asegurado y, por tanto, el objetivo está más que cumplido. Esta situación permite afrontar la siguiente eliminatoria con una calma que no existe en el caso de entidades como el Bayern de Múnich o el Manchester City.
Además, conviene destacar que el cuadro txuri-urdin llevaba una décadas sin estar presente en el prestigioso torneo y dos sin alcanzar la siguiente eliminatoria (ya está entre los 16 mejores). Estas circunstancias refuerzan la idea de que la afición interpreta el curso, mágico e inolvidable con independencia de lo que ocurra más adelante, como un sueño que, esperan, dure lo máximo posible. La ausencia de presión genera, en parte, un incremento de la ilusión.
3. Proyecto con líneas maestras
Las prisas y la falta de paciencia determinan el fútbol actual. Las 'cabezas' de los entrenadores ruedan a un ritmo frenético, salvo excepciones como la de Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid, y eso dificulta que puedan asentarse en un club. Y una de las rara avis del balompié español y europeo es Imanol Alguacil, que vistió de blanquiazul en su etapa como jugador, dirigió al filial y lleva desde 2018 al frente del equipo principal.
Una de las señas de identidad es, por supuesto, Zubieta. La Real también ficha, claro, pero hasta trece integrantes de la plantilla se han criado en la cantera. Sin ir más lejos, sólo siete son extranjeros, lo que resume bastante bien cuál es la idea de Jokin Aperribay (presidente), Roberto Olabe (director deportivo) y compañía. Y de entre los foráneos, por unos motivos o por otros, la gran mayoría acostumbran a ser suplentes.
4. Plantilla talentosa
Todos esos ingredientes vienen acompañados por un grupo de suma calidad. De hecho, cinco jugadores (Álex Remiro, Robin Le Normand, Mikel Oyarzabal, Mikel Merino y Martín Zubimendi) fueron incluidos por Luis de la Fuente en la última convocatoria. Y se quedó fuera, decisión que muchos no comprenden porque está brillando con luz propia, Brais Méndez, quien tendrá que seguir trabajando. Sus seis goles y siete asistencias, insuficientes por ahora.
Aparte de los que acudieron a la absoluta de España, otros siete tuvieron compromisos internacionales en las últimas semanas: Takefusa Kubo (Japón), Omar Sadiq (Nigeria), Hamari Traoré (Mari), Momo Cho (sub-20 de Francia), Beñat Turrientes (Rojita), Jon Aramburu (Venezuela) y Bryan Fiabema (sub-21 de Noruega). Estos dos últimos pertenecen al Sanse, pero son susceptibles de ser llamados por Alguacil si así lo considera necesario. Es más, el de la Vinotinto ya debutó en Copa del Rey.