La situación es tan tensa que incluso a cientos de kilómetros de distancia entre club y jugador, se podría cortar un cable con un soplido.
El PSG quiere que su estrella renueve ya o que deje una buena ristra de millones de euros en su salida. Mbappé no quiere dar el primer paso para salir, pues no cobraría la tan manida prima de fidelidad de 80 millones de euros.
La solución, como suele darse, podría llegar con un acuerdo intermedio. Un traspaso en el que la cantidad oficial, que no real, oscilase entre 230 y 250 millones de euros. De este modo, los parisinos podrían presumir de haber logrado la venta más cara de la historia.
Pero habría un truco. De esa cifra, el club comprador abonaría entre 150 y 170. Los 80 que faltan, los de la cláusula de fidelización, los pagaría el propio PSG a Mbappé.
Así quedarían todos satisfechos, que no contentos. El París Saint Germain, oficiosamente, se embolsaría limpios con esta operación entre 70 y 90 millones, y se ahorraría los 100 de sueldo del futbolista.
Éste conseguiría su propósito de cobrar esa 'pedrea' y ya negociaría su sueldo galáctico con su nuevo equipo. Y ese nuevo club, que parecería el Real Madrid, se aseguraría por fin, a un precio más bajo del que ofreció hace dos veranos -200 millones- a uno de los mejores del mundo para completar su estelar plantilla.
Pero todo esto tendría que darse antes del 17 de julio para evitar así el reencuentro de Mbappé con sus compañeros y con su nuevo técnico.