Mateu Lahoz se despidió en el Mallorca - Rayo: el adiós de un mito del arbitraje
En los prolegómenos del Mallorca - Rayo Vallecano todas las cámaras buscaban al mismo protagonista. No era ninguno de los jugadores, nadie de los cuerpos técnicos, ni un dirigente. Se trataba del hombre con el silbato vestido de azul, el colegiado del encuentro, Mateu Lahoz.
Procedente del Comité de la Comunidad Valenciana, consiguió conquistar España, Europa y el mundo. Por ello, antes de su último baile, la Asociación Aficiones Unidas (AU), entidad que agrupa a 35 Federaciones de Peñas de equipos de Primera División, le hizo entrega del Silbato de Oro como reconocimiento a su trayectoria profesional.
El valenciano se mostró visiblemente emocionado, acompañado por su madre y sus hijos, en el césped de Son Moix antes del choque en el que el cuadro madrileño se jugaba sus opciones de disputar la Conference League el próximo curso. Pero nada de eso importaba, los focos se centraban en uno de los tipos que más amor-odio han generado en el fútbol español durante las dos últimas décadas.
Curiosamente él, que siempre ha sido criticado por pecar de exceso de protagonismo en su trabajo, quiso cerrar su carrera con una actuación sin demasiadas extravagancias. Dirigió a las mil maravillas una contienda cuya intensidad podía desmadrarse en cualquier instante por lo que había en juego.
El árbitro favorito de Mourinho
Aunque llegó mucho antes que el portugués a la Primera División de España, Mateu Lahoz saltó definitivamente a la fama cuando José Mourinho le halagó en 2011: "Es un colegiado fantástico, con una filosofía que me gusta mucho. No sé si se equivocó en la roja, pero tiene derecho a hacerlo. Es un árbitro al que no le gustan los artistas de la piscina", señaló el portugués.
Desde ese momento el árbitro de Algimia de Alfara ha tenido que lidiar con adeptos y detractores a partes iguales. Repetidas veces se le acusó de perder el control de los partidos por ser excesivamente permisivo. Lo cierto, es que la mayoría de los futbolistas, los que le disfrutaron o sufrieron cada fin de semana, exhiben una relación fantástica con él.
Tras de sí deja una trayectoria objetivamente brillante. Con su presencia en Catar, se convirtió en el segundo juez principal de nuestro país en dirigir en dos Copas del Mundo. En 2021 pitó la final de la Champions League entre el Chelsea y el Manchester City. La guinda la puso siendo el tercer trencilla patrio con más comparecencias con 287, sólo por detrás de Iturralde González (291) y Undiano Mallenco (348).
Antonio Miguel estuvo emocionado durante los 90 minutos de su acto final. En el descanso se marchó entre lágrimas al vestuario y tras el pitido final estalló en llanto mientras recibía un sentido homenaje -pasillo de honor- por parte de Mallorca y Rayo. Es el adiós del último genio del silbato, ahora el fútbol será un lugar más aburrido, dominado por la monotonía y el saber estar. En definitiva, un deporte peor.