Publicidad
Publicidad
Publicidad
Más
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Martín Demichelis: el entrenador con mucho estómago que dirigirá a Rayados de Monterrey

Francisco Espinosa García
Martín Demichelis, llorando en su despedida de River Plate
Martín Demichelis, llorando en su despedida de River PlateAFP
Ganó tres títulos en tan sólo un año y medio, quedó primero en la fase de grupos que disputó en la siempre complicada Copa Libertadores y obtuvo 20 triunfos consecutivos como local. Y, sin embargo, tuvo que abandonar la dirección técnica de su amado River Plate.

Aunque Martín Demichelis (43) no pudo ganarse el cariño de la exigente y pasional gente de River, nadie, ni siquiera sus más acérrimos críticos en lo deportivo, pueden negar que ‘Micho’ es una buena persona. 

Nacido en la pequeña localidad de Justiniano Posse, en la provincia argentina de Córdoba, a sus 43 años es un hombre curtido en los vaivenes de una carrera exitosa en el fútbol europeo que lo hizo políglota y le dio una elegante forma de vestir acorde a sus maneras educadas de manejarse en el día a día. 

Huérfanos del temperamento feroz de Marcelo Gallardo, quien había decidido ponerle fin a su cargo de entrenador riverplatense tras ocho años en los que se convirtió en el mejor director técnico de la grandísima historia del conjunto millonario, los hinchas se preguntaban quién carajo iba a ser el valiente que iba a asumir el puesto.

En ese octubre de 2022, en medio de la desazón de River por la partida del ídolo, Martín Demichelis esperaba ansioso desde Alemania la llamada de los dirigentes del Millonario para hacerse cargo del equipo, mientras su esposa, Evangelina Anderson, le preguntaba si estaba seguro de querer asumir después de Gallardo. "¿Para qué te quieres meter allí?", le cuestionaba al ver lo complejo que lucía la travesía. 

"Si me llaman, mañana sale el avión, Bastian (su hijo) viene conmigo, dime si vienes o no", contó Demichelis que le respondió a su incondicional esposa, con quien hablaría después de que su teléfono sonara y terminara de hablar con Jorge Pablo Brito, presidente de River. "Soy el elegido, vamos".

Una historia de superación

Desde que su nombre salió a luz como uno de los posibles reemplazos de Gallardo, la prensa se preguntaba si ese cordobés acabado de formar como persona y profesional en Alemania, donde fungía como entrenador del filial del Bayern de Múnich, podría ser capaz de comandar un equipo gigantesco que parecía no querer dejar de llorar por el director técnico que se había ido. 

Pero donde muchos veían un reto imposible de afrontar, Demichelis supo que dirigir al club de sus amores era algo imposible de dejar pasar, como no lo hizo con tantas otras cosas complicadas que la vida le fue poniendo en su camino. 

A Demichelis no le gusta tanto la frase "hay que tener huevos", un cliché futbolero —y deportivo— cuando se quiere decir precisar que es necesario tener valentía ante la adversidad. A Micho le gusta más decir "hay que tener estómago", la parte del cuerpo donde, asegura, llega la primera sensación de alerta cuando estamos frente a un reto complicado de superar. 

Fue esa misma sensación que tuvo una tarde, lejos de los suyos y a los 14 años, cuando le avisaron que su mamá había muerto. Cuatro meses antes, aquel adolescente se había marchado de su casa para intentar cumplir el sueño de ser futbolista. "Tenía dos caminos: regresar con mi familia o seguir", explicó y recordó el estómago que tuvo para continuar su camino. 

Pero esa desgracia sería la primera de tres que iba a tener que superar con entereza. Dos accidentes de tránsito le provocarían a un Demichelis ya consolidado como un futbolista de élite un dolor que lo marcaron para siempre. 

En 2011, cuando se alzaba como una de las grandes figuras de un sorprendente Málaga, el argentino tuvo que sobrellevar el éxito deportivo con la trágica muerte de su gran amigo Adrián de Vicente, quien también era padrino de su hijo Bastian, por culpa de un imprudente conductor alcoholizado.  

Dos años después, mientras todo su espíritu estaba concentrado en ganarse un lugar en la lista de convocados de la selección argentina para el Mundial de Brasil 2014, Demichelis tuvo que enterrar a su padre, quien moriría en un coche calcinado tras un duro choque.

Por si fuera poco, en 2017, el mismo año en el que se retiró como futbolista profesional para dedicarse a ser entrenador, Demichelis se enteró por las noticias que Jorge Cyterszpiler, el único agente que tuvo en toda su carrera y quien adquirió fama por llevar los asuntos de Maradona en sus inicios, se había quitado la vida al arrojarse desde el séptimo piso de un hotel.

"Me sostuvo la pasión y mis ganas de seguir creciendo en el fútbol (…) Vengo de una familia de abuelos que siempre la pelearon, mis papás lo mismo, entonces me sentí obligado a ir por el mismo camino”, le dijo Demichelis al Diario Olé. 

River Plate: A la sombra de Gallardo

En Argentina se aplaude más un caño limpio que un gol y se recitan alineaciones completas de algún equipo inolvidable de antaño. El fervor por la pelota va conectado a la fibra sensible de la pasión, muy por encima de cualquier argumento racional de peso. 

Por eso, desde que Demichelis llegó al banco de River, la sombra de Marcelo Gallardo se instaló a su lado. Y aunque los resultados y el buen juego lo acompañaron al principio, como fiel reflejo de su preparación, al hincha millonario no terminó de gustarle su dicción perfecta en conferencia de prensa y su porte de caballero junto a la línea de banda durante un partido en el Monumental. 

Y, cegados por la pasión de quien los había hecho tan felices, un error fue determinante para ir llenando el camino de baches. Un off the record traicionado por un comunicador reveló opiniones de Demichelis en contra de Enzo Pérez, ídolo del club, y desde entonces, a pesar de seguir ganando, nada fue lo mismo: mientras los murmullos de la grada se volvían más constantes, el equipo perdió brillo. Una dura derrota en el clásico frente a Boca Juniors marcó el inicio del fin. 

Rayados, un lugar donde se puede ser feliz

Luego de dirigir su último partido, tres días después de anunciar que se iba y en el que parte del Monumental lo aplaudió mientras cantaban por el regreso inminente de Gallardo, Demichelis se fue llorando de la cancha y besando el escudo. 

Nadie, tal vez ni el propio argentino que quería tomarse un descanso hasta fin de año, pensaba que un buen proyecto lo tenía en la mira con urgencia, justo en un momento de crisis existencial. 

Monterrey es lo más parecido en México, desde la pasión y el fervor, a lo que se vive en Argentina. No obstante, a pesar de que el colorido se puede comparar, la sensación de ahogo que se planta en Sudamérica después de una derrota no es tan tajante en el norte mexicano. 

Desde ahí, uno de los equipos de la ciudad —que se odian a muerte, por supuesto— supo que tener a Demichelis en el mercado era una oportunidad que no podían dejar de pasar. 

Como el argentino en el pasado, Rayados también atraviesa un momento de incertidumbre. Sin mostrar mucho del buen juego que su poderosa plantilla tendría que ofrecer y con descalabros dolorosos en el último año, el equipo regiomontano se acercó adolorido a Demichelis para entregarse a su sapiencia y poder salir del hoyo emocional en el que el club se encuentra. 

Y aunque su primer instinto fue decir no, como le contestó a Rosario Central, Demichelis no pudo evitar sentir que estaba ante un reto mayúsculo, con un proyecto poderoso de cartera amplia y sin la presión casi enfermiza que se vive en Argentina. Más acorde a su idea de respetar los procesos y poder trabajar a mediano y largo plazo, Monterrey se presentó ante él como un oasis placentero en un desierto. 

Sin más y todavía con la herida fresca de su paso por River, Demichelis hizo las maletas, besó a Evangelina, abrazó a Bastian y a sus dos pequeñas hijas y partió rumbo a suelo mexicano con el estómago que hay que tener y con las ganas de mostrarle a Rayados, y a toda su fervorosa y dolida gente, que no existe adversidad alguna que no se pueda superar.