Luis Rubiales, acorralado, busca apoyos para seguir presidiendo la Federación
Primero, dentro de cierta soberbia, Rubiales atacó a aquellos que criticaron su gesto tachándoles de idiota. Pero en cuanto vio que la bola se hacía cada vez más grande, con acusaciones incluso de agresión sexual, puso su maquinaria a funcionar para lavar su imagen.
Su vídeo pidiendo perdón a su manera, aun sin la propia Jenni Hermoso, era el primer gesto para que las aguas volvieran a su cauce y poder así pasar página de lo que él consideraba un gesto sin importancia. El no acudir con las jugadoras a la fiesta de Madrid Río también era otra estrategia pensada para que la acción fuese quedando en el olvido.
Pero todo lo contrario. Las denuncias no han hecho más que llegar. Ya hay dos en el Consejo Superior de Deportes (CSD). Una de Miguel Galán, presidente de CENAFE, y que ya provocó en su día la caída de Ángel María Villar; y otra del exárbitro Estrada Fernández, que ha pedido aplicar el reglamento interno de la RFEF sobre agresiones sexuales.
Y son muchas otras voces, del deporte y de la política, que piden su dimisión o destitución. Las críticas proceden de las más altas instancias, como las del presidente en funciones del Gobierno, Pedro Sánchez. Y no parece que vayan a detenerse ahí.
Por eso no es de extrañar que los defensores de Rubiales, sus máximos y mejores apoyos, estén también preparando una contra ofensiva para reducir el ruído mediático. Son los representantes de las federaciones territoriales los que consideran que la convocatoria de una Asamblea extraordinaria, en su feudo y con su soporte, ayudaría a dar las explicaciones adecuadas para limpiar la imagen del todavía presidente de la RFEF.