La cultura de ganar al estilo Didier Deschamps
Pero lo que es indudable es que Didier Deschamps disputará el domingo su segunda final de un Mundial como seleccionador de Francia. Una hazaña que sólo Vittorio Pozzo, Carlos Bilardo, Franz Beckenbauer, Helmut Schön y Mário Zagallo han logrado en el pasado. El campeón del mundo de 1998 ha logrado una vez más crear una ósmosis entre sus jugadores, un elemento crucial en la búsqueda del título mundial en 2018.
Un saber hacer único al estilo Didier Deschamps. Hay que decir que el técnico francés, que jugó en el AS Mónaco, la Juventus y el Olympique de Marsella, siempre ha causado impresión allí donde ha puesto los pies. Una cultura ganadora única, símbolo del estado de ánimo de 1998 e influida por el fútbol italiano de Marcelo Lippi.
La fuerza del grupo como doctrina
"Le gusta hablar con los jugadores, saber cómo nos sentimos. Siempre intentará encontrar la mejor solución para el equilibrio del equipo. Tiene mucha confianza en todos. Eso es un punto fuerte por su parte y tenemos un grupo que es consciente de ello. Por eso, cuando da una orden o un consejo, lo seguimos", declaró Antoine Griezmann (31) poco antes del partido contra Polonia.
El seleccionador francés respondió: "Con Antoine y otros que llevan tiempo aquí se ha desarrollado una relación de confianza. Esto no me impide decirle las cosas que no van por buen camino. Soy entrenador, pero también un ser humano. Antoine y los jugadores más veteranos saben que estoy ahí para ellos, para protegerlos, sin dejar de decir lo que tengo que decir".
El poder de los equipos de Didier Deschamps reside en la cohesión del grupo y la fuerza de éste para creer en su entrenador. Los resultados están ahí para demostrar el éxito de la receta, ya sea con un club o con Francia. Así pues, aunque el juego propuesto pueda dividir a la opinión pública, al final siempre es Didier Deschamps quien gana.
Una constante que sigue vigente en este Mundial 2022. Las elecciones del seleccionador francés han sido muy comentadas y criticadas constantemente antes y durante la competición, pero al final DD ha reproducido el mismo resultado que en 2018: llegar a la final del Mundial. Está a 90 minutos de silenciarlos para siempre.
El caso Benzema es el ejemplo perfecto para mostrar la doctrina del grupo que defiende el entrenador de Bayona. La decisión de mantener al reciente Balón de Oro fuera de la selección debido a su lesión fue obviamente una decisión preventiva para el jugador, pero también una elección para garantizar la estabilidad de la sagrada unión. DD antepuso el grupo al individuo, que al principio no fue bien recibido por algunos directivos del equipo francés, según las informaciones recogidas por Flashscore, que confirman las publicadas por la prensa deportiva francesa unas semanas antes.
Un planteamiento táctico en constante movimiento
En este caso, Didier Deschamps tuvo que tomar una decisión contundente, pero no fue la única. Desde el punto de vista táctico, los planes del seleccionador francés fueron cuestionados por él mismo en el plazo de un mes. Entre el último partido de la Nations League contra Dinamarca (derrota por 2-0) y el primer partido del Mundial, DD decidió volver a una defensa de 4 hombres, mientras que Les Bleus llevaban un año jugando con 5 hombres.
Un buen entrenador sabe cuestionarse a sí mismo y eso es lo que hizo Deschamps en ese momento. Para ello, el seleccionador convocó a ocho centrales de la cantera para la concentración de los Bleus, dejando en casa a jugadores como Jonathan Clauss. Decisiones similares a las tomadas en 2018, cuando Lucas Hernández y Benjamin Pavard, jugadores del eje, se situaron en las bandas. En la actualidad, sólo Theo, el hermano pequeño de Lucas, que aprovechó la lesión de su hermano en el primer partido para ser titular, es lateral por formación. Koundé, acostumbrado a jugar en el centro de la defensa en el Sevilla y en el Barça, juega en la banda derecha.
El seleccionador francés encontró otra solución para suplir las ausencias de Pogba y Kanté y reequilibrar el centro del campo: bajar un escalón a Antoine Griezmann y recolocarlo en la medular junto a Tchouaméni y Rabiot. El truco de magia era tan sencillo de encontrar... el jugador del Atlético de Madrid es el futbolista más influyente de su equipo y, con toda seguridad, de la competición, como Leo Messi.
Por último, el punto fuerte de Deschamps es saber leer a sus adversarios y encontrar un plan adecuado para ganar la batalla. Contra Marruecos, Francia hizo lo que otros no hicieron o no quisieron hacer: dejar el balón al rival. Los Leones del Atlas habían salido victoriosos de sus partidos contra España y Portugal tras tener menos del 25% de posesión. Contra los Bleus, estos últimos tuvieron el balón (60% en todo el partido) y, al final, Didier Deschamps ganó.
¿Suerte? Hay que saber invocarla...
Mucha gente habla de suerte o incluso de un animal que protege al entrenador. Es cierto que, en determinadas situaciones, se puede decir que la suerte siempre está del lado de Deschamps. Los franceses suelen estar sometidos y hace falta que el rival falle un penalti (como Harry Kane) o que la defensa francesa se coloque en la línea (como Koundé contra Marruecos) para evitar que el balón entre.
Sin embargo, cuando esto sucede a lo largo del tiempo, hay que dejar de lado la suposición de que haya habido suerte. Didier Deschamps sabe cómo hacer ganar a sus equipos y, sea como sea, el resultado se antepone a cualquier otra cosa. Te guste o no. Los franceses disputan este domingo otra final de la Copa del Mundo y pueden regresar a París el lunes con una tercera estrella bordada en su camiseta. Tres estrellas para las que habrá tenido un papel importante Didier Deschamps. ¿Qué más?