Messi y el Dibu se hacen enormes ante Países Bajos y Argentina se planta en semifinales
Clasificarse para las semifinales de un Mundial es algo que puede pasar, con suerte, una vez en una vida futbolística. Es tan importante que puede marcar la carrera de un jugador, de un equipo o de un entrenador. Por este motivo, tanto Louis van Gaal como Lionel Scaloni prefirieron convertir el centro del ataque rival en un campo de minas plagado de piernas y camisetas rivales porque ambos, pese a que lo acabaron pagando cada uno a su manera, salieron con defensa de tres centrales para tratar de hacer buena la máxima de que los equipos se construyen desde la defensa.
Por este motivo, y seguramente alertados por la sorpresa que Croacia había protagonizado mandando a su casa a, posiblemente, la máxima favorita para reinar en Oriente Medio como era Brasil, los dos combinados caminaron con pies de plomo al comienzo del partido. No se avanzaba un solo metro sin la garantía total de que el hueco dejado atrás no se pudiera recuperar rápidamente cuando se perdiera el balón, por lo que el fútbol fantasía y de ensueño fue aplazado para una mejor ocasión, no para unos cuartos de final de un Mundial.
La experiencia croata demostraba que el que más aguanta acaba ganando y que nadie se iba a ir del estadio Icónico de Lusail sin ver un ganador, ya fuera en el tiempo reglamentario, en la prórroga o en la tanda de penaltis si fuera menester, como acabó sucediendo. De hecho, el anterior encuentro entre ambos conjuntos también se tuvo que decidir precisamente en esa última instancia en 2014, cuando la Albiceleste avanzó para llegar a su última final (de infausto recuerdo porque acabó cayendo ante Alemania, algo que no querrá que se vuelva a repetir en Catar).
Ninguna de las dos selecciones llegaba al partido de cuartos habiendo deslumbrado a los aficionados. En su lugar, las dos habían llegado al antepenúltimo escalón mundialista a través de desarrollar un fútbol práctico y serio, que también vale, pero esto no hacía presagiar a priori demasiados goles en el sexto duelo en la Copa del Mundo entre estos países, todo un clásico en la historia del fútbol.
Messi castigó el planteamiento de Van Gaal
Un encuentro tan estudiado, táctico y de pizarra solo lo podía desequilibrar algo que nunca se perderá en este deporte: el talento individual. Tras más de media hora insulsa en la que no sucedió gran cosa, llegó el momento del alfa y la omega para Argentina en los últimos 15 años, que no es otro que Leo Messi. El del Paris Saint Germain, en su ya habitual posición de media punta, recibió el balón en línea de tres cuartos, superó la presión neerlandesa y, de la nada, encontró a Nahuel Molina tras superar con un pase a toda la defensa Oranje. El lateral del Atlético no falló en su definición y adelantó a los suyos en la primera ocasión de peligro de todo el partido, haciendo gala de una efectividad pasmosa.
Realmente, fue lo único potable de una primera parte en la que el árbitro español Mateu Lahoz apareció más que la mayoría de los jugadores ofensivos, algo que, por desgracia, se repetiría a lo largo del choque para desesperación de todos. El valenciano se vio en su salsa cuando el partido se puso más físico y el público catarí pudo observar en primera persona su particular estilo de arbitraje con mucha charla y tarjetas amarillas sacadas a cámara lenta mirando fijamente al amonestado.
Volviendo al fútbol, tras el descanso Van Gaal trató de buscar un modo de conseguir inquietar la meta defendida por Emiliano Martínez introduciendo en el terreno de juego de entrada a Berghuis y Koopmeiners y, posteriormente, a Luuk de Jong para darle un aire más ambicioso a Países Bajos, aunque no le sirvió de mucho en un primer momento porque su equipo se rompió y permitió que Argentina atacara con muchos más espacios y peligro, con varias situaciones de tres contra tres.
Esto, como era de esperar, dio rienda suelta a Messi, que estuvo mucho más a gusto que en todo el Mundial aprovechando las urgencias de los europeos. “Es el jugador más peligroso y el que crea más ocasiones, pero no juega mucho cuando el rival tiene la posesión del balón, por lo que ahí están nuestras posibilidades”, comentaba Van Gaal en la previa, pero la situación del partido había llevado a que el 10 tuviera más balón y en posiciones más ventajosas que nunca en Catar.
Como era de esperar, esta dinámica propició lo inevitable. En otro contragolpe de la Albiceleste, Acuña entró en el área rival y un inocente Dumfries, que había sido el héroe de los suyos ante Estados Unidos en octavos, le derribó claramente para darle a Messi la oportunidad de completar su gran partido. Esta vez, al de Rosario no se le aparecieron los clásicos fantasmas desde los 11 metros y no perdonó para poner el 2-0 y quedar a un paso de las semifinales.
Weghorst se puso el traje de héroe
Pero Países Bajos no había dicho su última palabra en el choque ni mucho menos. Wout Weghorst, que acababa de entrar sustituyendo a un Depay al que no se le vio en todo el encuentro, no quiso que el partido acabara tan plácidamente para los de Scaloni y, con un tremendo cabezazo en el minuto 83 picando el balón tras un centro desde la banda derecha de Berghuis, recortó distancias y le dio un giro de 180 grados al cuarto de final en Lusail.
Los últimos minutos fueron pura agonía para Argentina, que mostró su cara más conservadora y “canchera”, con pérdidas de tiempo e intentos de dormir el partido a como diera lugar, ya fuera con jugadores tirados en el suelo doliéndose o intentos de tangana que Mateu puede que no castigara debidamente (Paredes llegó a lanzar un balón con fuerza al banquillo europeo, aunque la cosa no fue a mayores).
Si el planteamiento demasiado defensivo de Van Gaal le había castigado en la primera parte, en esta ocasión el fútbol, por una vez, fue ecuánime y fue Scaloni quien sufrió las iras del dios del balompié de la manera más dolorosa posible, aunque en el pecado llevaron la penitencia sus hombres. Todo el tiempo perdido hizo que el colegiado añadiera 10 minutos, lo que acabó siendo letal para la Albiceleste. Una falta más que ahorrable de Pezzella en la frontal fue la última oportunidad de la Oranje y los europeos no la desaprovecharon. Cuando todo el mundo esperaba un disparo a puerta de Koopmeiners, el del Atalanta prefirió pasarle el balón a Weghorst, que a la media vuelta logró el milagro para ser el héroe inesperado de su país y forzar la prórroga.
Argentina mereció más en la prórroga, pero el Dibu brilló en la tanda de penaltis
El inicio de los 30 minutos adicionales tuvo un denominador común: el miedo y el respeto. Tan solo apretó Argentina en los minutos finales cuando recordó que Brasil había caído en la tanda de penaltis unas horas antes. Y bien es cierto que mereció no llegar a este momento, embotellando a los europeos con varias ocasiones, incluyendo un disparo final de Enzo Fernández que se estrelló con el poste, pero no pudo ser y, por segunda vez este viernes, los penaltis decidieron el destino de las selecciones implicadas.
Pero en la tanda decisiva los sudamericanos contaban con su arma secreta: el Dibu Martínez, todo un especialista en esta suerte (había detenido 10 penaltis en su carrera hasta el momento, por uno solo de su homólogo Noppert). No decepcionó el guardameta del Aston Villa, que paró los dos primeros de Van Dijk y Berghuis para pavimentar el camino de sus compañeros. Aunque Enzo le quiso dar todavía más emoción si cabe y falló su disparo cuando lanzaba para que su país estuviera en semis, Lautaro sí que no erró en su turno y Argentina, por sexta vez en su historia, jugará el partido por el pase a la final, donde se medirá a una Croacia con más vidas que un gato y que también llegará con la moral por las nubes buscando hacer pleno de victorias ante favoritas sudamericanas.
Jugador Flashscore del partido: Emiliano Martínez.