Muriqi, el pirata que huyó de la guerra para buscar el tesoro de los goles
La historia de Muriqi comienza con tristeza, como la de tantos niños albanokosovares que tuvieron que sobrevivir en tiempos de guerra a las penurias y a los miedos. Basta decir que a los nueve años ya tuvo que ponerse a trabajar. “Estuve dos años de camarero en Kosovo. Viví la guerra allí, he visto cosas que no debería ver ningún ser humano”, declaró en Onda Cero tras anotar en la noche del miércoles el tanto de la victoria frente al Atlético de Madrid.
El fútbol se convirtió en la vía de escape del joven Muriqi para vivir una mejor vida. La encontró en Turquía, adonde llegó con 20 años y estuvo otros seis jugando 185 partidos en Liga para marcar 64 goles. Fue en el Fenerbahçe donde más lució y donde se dio a conocer en Europa. Allí anotó 15 tantos y repartió cinco asistencias en 32 partidos en su única campaña antes de marcharse a Italia. Pero en la Lazio sufrió un parón, sólo pudo celebrar un gol en 28 encuentros, y su alegría y su fútbol se apagaron. Hasta que encontró acomodo en el Mallorca, en donde estuvo cedido en la segunda vuelta del pasado curso.
El fichaje más caro del Mallorca
Sus números de bermellón, cinco goles y tres asistencias en 16 encuentros fueron suficientes para convencer a la directiva y pagar 7,5 millones de euros más bonus por él. La inversión podría llegar a los 10 millones, la más cara de la historia de la entidad. De momento, está saliendo la apuesta a las mil maravillas.
Su cláusula de rescisión es de 38 millones y ya hay clubes como el Sevilla o el Villarreal que han preguntado por él. Algún ojeador de la Premier también le ha echado varios vistazos. Pero Muriqi es feliz en Palma y no contempla salir ni en enero ni, si fuera por él, nunca. “Aquí estoy muy feliz, me siento muy querido, noto que la afición me ama muchísimo. Ojalá pueda acabar mi carrera aquí”, dijo en Dazn al finalizar el encuentro ante los de Simeone.
Hay quien compara su aportación con la de otros grandes delanteros que vistieron la camiseta roja del Mallorca, como el camerunés Samuel Eto’o, Albert Luque o Walter Pandiani. De momento, ya les ha igualado marcando en cinco partidos consecutivos. Pero él tira de modestia. “Espero poder ser considerado un ídolo para la afición, pero sólo llevo siete meses aquí, aún no estoy a la altura de Eto’o o Webó. Este es un sueño del que no quiero despertar”.
Un pirata “bicho feo y raro, pero encantador”
El pirata Muriqi, que celebra sus goles tapándose un ojo como si fuera el terror de los mares, no sólo es el referente dentro del terreno de juego. También lo es fuera por su forma de ser. Así lo define su entrenador, Javier Aguirre (63), siempre locuaz y divertido. “Con lo feo que es, qué bien juega el sinvergüenza. Es un tío de un metro noventa, un bicho feo y raro. Tú lo ves y te cambias de acera. No lo mueves en el campo al cabrito, no sabéis lo bueno que es fuera del campo. Es encantador”.
El internacional por Kosovo se toma estas palabras con un gran sentido del humor, fruto de la buena relación que tiene con su entrenador. “Aguirre tiene razón, soy muy feo...creo que mi mujer no ve bien”.
Los que tampoco parecen verlo bien son los defensas rivales. O lo ven y no son capaces de frenar su juego de espaldas, su inteligencia ante el marco. Lleva ocho goles y amenaza con más. Lástima para él y para el Mallorca que LaLiga se pare justo ahora cuando se encuentra en su mejor momento. Tendrá que esperar para seguir acumulando tesoros en forma de goles y apresar nuevas víctimas. El pirata amenaza con volver.