Prost, Senna, Vertappen... Los mejores pilotos con los que trabajó Newey en la F1

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Prost, Senna, Vertappen... Newey trabajó con los mejores pilotos de F1

Adrian Newey
Adrian Newey AFP
Alain Prost, Ayrton Senna, Sebastian Vettel y Max Verstappen: Adrian Newey ha trabajado como ingeniero con algunos de los grandes campeones de la Fórmula 1 en los últimos 30 años, diseñando monoplazas tan revolucionarios como eficaces.

Pero ha sido con Red Bull, equipo que abandonará en 2025, donde el británico, nacido el 26 de diciembre de 1958, ha vivido sus mejores momentos, desde 2010 a 2024, con seis títulos de constructores y siete títulos de pilotos, cuatro de Sebastien Vettel (de 2010 a 2013) y tres de Max Verstappen (de 2021 a 2023).

Fue con el equipo Williams con el que Newey dio las primeras muestras de su enorme talento hace más de 30 años, diseñando el monoplaza con el que el británico Nigel Mansell fue campeón del mundo en 1992 y el año siguiente dando el cuarto y último título al francés Alain Prost.

Aniversario de la muerte de Senna 

Curiosamente, el anuncio de la marcha de Newey de Red Bull coincide con el 30º aniversario de la muerte de Senna al volante de un Williams en el circuito de Ímola.

Este es sin duda el episodio más doloroso de su exitosa carrera. Ese accidente dio inicio a un largo proceso judicial en Italia que terminó con la absolución en apelación de Newey y de Patrick Head, el director técnico de la escudería.

"Quise parar" después de la muerte de Senna, confió en 2023 en un podcast publicado por la web de Fórmula 1. "El coche era muy difícil de conducir y además la pista estaba llena de baches. Ímola tenía muchos baches y Ayrton debía tener una enorme confianza para correr tan rápido".

"Si Head y yo nos hubiéramos ido, la escudería se habría venido abajo", valoró Newey.

Sin embargo, Williams aún ganaría títulos con Damon Hill en 1996 y Jacques Villeneuve en 1997.

Al año siguiente, Newey fichó por McLaren y suyo fue el monoplaza que permitió al finlandés Mika Häkkinen coronarse en 1998 y 1999.

 Tras los pasos de Chapman 

Discreto, e incluso taciturno, Newey sobresalía en un medio donde los egos están a menudo sobredimensionados.

La inteligencia de Newey, al igual que la del Colin Chapman, padre de los legendarios Lotus, consiste en explotar los resquicios de las normas sobre el diseño de los vehículos para detectar antes que los demás las zonas grises e identificar las posibilidades de innovación.

Lo logró a la perfección en 2022 y 2023, diseñando un monoplaza invencible que permitió a Red Bull ganar 17 de los 22 Grandes Premios disputados en 2022 y 21 de los 22 en la siguiente temporada, avasallando a la competencia.

"Los cambios (del reglamento) son a menudo la clave, cuando la chispa de una buena base está ahí", valoró en su libro "Cómo construir un coche", publicado en 2017.

Adrian Newey ha probado también ponerse al volante y en 2007 participó en las 24 Horas de Le Mans con Ferrari, terminando en la 22ª posición y 4º en su clase GT. Peor recorrido ha tenido en las carreras de coches clásicos, tras haber destrozado un Ford GT40 y un Jaguar Type-E en sus incursiones en esa modalidad.

Además del motor, Newey es también un apasionado de la vela, y participó en la construcción de su yate de 27 metros con el que dio la vuelta al mundo.

Libre para nuevos desafíos 

Su primer "coche" fue un kart, al que mejoró drásticamente el rendimiento. Debutó en Fórmula 1 a principios de los años 1980, primero en la escudería Fittipaldi y luego en March. Para ese constructor, diseñó un monoplaza vencedor en las 500 Millas de Indianápolis en 1985.

Pero fue en el seno de la efímera escudería anglojaponesa Leyton House donde se dio a descubrir, colocando para sorpresa general su monoplaza en el segundo escalón del podio del Gran Premio de Francia en 1990, antes de ser fichado por Williams.

Newey sin embargo nunca ha trabajado para Ferrari. La 'Scuderia' ha intentado en numerosas ocasiones hacerse con sus servicios sin lograrlo, pues el británico ha preferido seguir viviendo en su país natal.

Ahora que será dueño de su destino, quizás llegue el momento de sucumbir a los cantos de sirena procedentes de Maranello o decidir si, a los 65 años, es momento poner punto final a una historia de éxito.