"Es un orgullo. Trabajo para estar bien y para hacerlo lo mejor posible cuando tenga la oportunidad. Al final, ha llegado esa oportunidad. Es una lástima que se haya lesionado Jaume. Pero, estoy muy contento y feliz por jugar ante esta afición. Era el sueño de mi vida y lo he podido cumplir, encima llevando el brazalete", dijo Cristian Rivero (26) después de la derrota (0-1) en Mestalla contra el Alavés.

Dentro de la felicidad que sintieron tanto el cancerbero como el club por el acontecimiento, el hecho de que un debutante, por muy mayor que sea, porte el brazalete, deja a la luz el grave problema estructural que tiene la plantilla del Valencia.

Al principio de curso se eligió como capitanes a Gayà, Jaume, Gabriel Paulista y Diakhaby. Con tres de ellos lesionados y el brasileño en el Atlético de Madrid, resulta que ayer el hombre con más antigüedad en la entidad de la ciudad del Turia fue un portero suplente al que Rubén Baraja se vio obligado a alinear por las numerosas bajas.

Bajo la propiedad del singapurense Peter Lim, el club ché ha ido navegando a la deriva hasta el punto de buscar cotas demasiado altas con una plantilla excesivamente joven y falta de experiencia. Realmente, es un milagro lo que ha conseguido el Pipo con lo que tiene a su disposición en la presente temporada.

Si ya es insólito el debut con brazalete de Cristian Rivero, resulta todavía más sorprendente descubrir que los otros dos guardametas del primer equipo (Doménech y Mamardashvili) también han portado en algún momento del curso la bandana que les acredita como capitanes.

La cosa no queda ahí. Las circunstancias también llevaron a representar a sus compañeros sobre el terreno de juego al portugués Thierry Correia. Una inestabilidad que destapa la falta de atención que le dispensa Lim al Valencia y deja muchas dudas sobre las intenciones del empresario de cara al futuro.